Ricardo Mendoza, un empresario de 38 años, vivía en Quito, Ecuador, junto a su esposa Mariana y sus dos hijos, Camila de 10 años y Sofía de 7 años. Ricardo había trabajado arduamente para construir su empresa de textiles, “Textiles Andinos”, la cual empleaba a más de 50 personas y era una fuente de orgullo tanto para él como para su comunidad.
Sin embargo, en los últimos años, Ecuador ha atravesado una crisis política y social. La inseguridad aumentaba día a día y los grupos armados comenzaron a extender su influencia. Las noticias diarias estaban llenas de historias de extorsiones, secuestros y asesinatos, y el gobierno parecía incapaz de controlar la situación.
Un día, Ricardo recibió una llamada que cambiaría su vida para siempre. Una voz anónima al otro lado de la línea le exigió una gran suma de dinero como “protección” para su empresa. La cantidad de dinero era exorbitante y, aunque intentó negociar, las amenazas se volvieron más serias. Ricardo pagó la primera extorsión, esperando que eso pusiera fin a las amenazas. Sin embargo, las demandas de dinero continuaron, y los montos exigidos aumentaban cada vez más, Ricardo intentó buscar ayuda en las autoridades locales, pero la respuesta fue desalentadora, le dijeron que no podían hacer mucho más que tomar nota de su denuncia.
Ricardo trató de negociar con los extorsionadores, pero fue inútil, le dijeron que, si no pagaba, secuestrarían a su hija menor. El miedo y la impotencia crecían en Miguel cada día.
Días después, una camioneta oscura comenzó a rondar su casa y su empresa. En su casa dejaron otra nota amenazante asegurando “Nos llevaremos a tu niña”. Su esposa Mariana ya no quería dejar a las niñas ir a la escuela, y Ricardo decidió que no podía seguir exponiendo a su familia a ese peligro constante. De nuevo se dirigió a las autoridades mostrando pruebas del peligro que corría él y su familia, pero no obtuvo apoyo ni protección alguna.
Fue entonces cuando Ricardo decidió que ya no podía arriesgar la vida de sus seres queridos. Sin el respaldo de la ley y enfrentando amenazas constantes, decidió cerrar su empresa y huir del país.
Desesperado y sintiéndose completamente desprotegido, Ricardo tomó una decisión dolorosa pero necesaria: cerrar su empresa y dejar todo atrás. Vendió lo que pudo, compró boletos de avión para los Estados Unidos, y viajó con su familia en noviembre del 2023 esperando poder encontrar asilo y empezar una nueva vida lejos de la violencia.
En su solicitud de asilo, Ricardo presentó pruebas detalladas de las amenazas y la extorsión que había sufrido:
- Registros de Llamadas y Mensajes: Ricardo presentó registros de las llamadas y mensajes de texto con las amenazas de los grupos armados, detallando las exigencias de dinero y las amenazas contra su familia.
- Reportes Policiales: Incluyó copias de las denuncias que había presentado a las autoridades locales y las respuestas (o la falta de ellas) de la policía, demostrando la falta de protección y el estado de indefensión en el que se encontraba.
- Declaraciones Testimoniales: Laura, su esposa, y varios empleados de su empresa firmaron declaraciones juradas corroborando los eventos y las amenazas que la familia había recibido.
- Informes de ONGS: Presentó informes de organizaciones no gubernamentales que documentan el aumento de la violencia, la corrupción y la actividad de grupos armados en Ecuador, apoyando su testimonio sobre la situación en su país.
- Evidencia Financiera: Ricardo también incluyó documentación que mostraba los pagos realizados a los extorsionadores y el impacto financiero que tuvo que cerrar su empresa.
La historia de Ricardo es una entre muchas en un Ecuador cada vez más inestable, donde la corrupción, la violencia y la falta de protección del Estado obligan a ciudadanos honrados y trabajadores a buscar refugio en tierras extranjeras.
ENTREVISTA
Dame tu nombre, edad, estado civil, nacionalidad
R/ Soy Ricardo Mendoza, 38 años de edad, casado, tengo dos hermosas niñas y soy de Quito Ecuador.
¿A qué te dedicabas antes de salir de tu País?
R/ Tenía una empresa de textiles llamada “Textiles Andinos”, que había dirigido por poco más de 10 años y donde empleaba a más de 50 personas.
¿Cuándo y por qué emigró a los Estados Unidos?
R/ Fui extorsionado por una banda criminal y pagué una suma considerable, pero las exigencias de pago continuaron. Me dirigí a las autoridades, pero me dijeron que no podían hacer nada. Intenté negociar con ellos, y me amenazaron con secuestrar a mi hija menor. Las amenazas y el acoso se volvieron cada vez más frecuentes: una camioneta rondaba mi casa y la empresa, y volantes con amenazas aparecían constantemente. Mis hijas dejaron de ir al colegio por miedo. Busqué ayuda en las autoridades locales nuevamente, pero no recibí ninguna protección.
Con mucha tristeza me vi obligado a cerrar mi empresa, y en noviembre del 2023 compro boletos para avión y viajo con mi esposa y las niñas hacia Estados Unidos, en busca de asilo.
¿Cómo llegaste a Servicios Migratorios Integrales?
R/ Un amigo a quien Servicios Migratorios Integrales asesoró en su proceso de obtener la ciudadanía estadounidense.
¿Cómo fue tu experiencia con Servicios Migratorios Integrales?
R/ Excelente. Desde el primer contacto, encontré en Servicios Migratorios Integrales el apoyo y profesionalismo que necesitaba. Me ayudaron a organizar y preparar mis pruebas para llevar mi caso a feliz término.
¿Qué resaltas de Servicios Migratorios Integrales?
R/ Su talento humano es excepcional. No es fácil salir de tu país y dejar atrás todo por lo que has trabajado, así que este apoyo es vital.
¿Recomendarías a Servicios Migratorios Integrales?
Claro. Ya lo he hecho. Servicios Migratorios Integrales y todo su equipo se destacan por su compromiso, respeto y profesionalismo.
Gracias Servicios Migratorios Integrales.
