Olga Marina Alvarado, una joven hondureña de 29 años, viuda y madre de un niño de 7 años llamado Miguel, es una reconocida activista y defensora del medio ambiente de origen indígena. Nacida y criada en Simpinula, un pequeño pueblo en la región de Intibucá, Olga Marina pertenecía a la comunidad indígena Lenca. Desde muy joven, mostró un fuerte compromiso con la protección de los recursos naturales de su tierra, influenciada por las tradiciones de su comunidad que valoran profundamente la conservación del medio ambiente.
En Honduras, Olga Marina trabajaba como maestra en una escuela primaria y dedicaba gran parte de su tiempo libre a actividades de defensa ambiental. Se unió a un grupo de defensores de los recursos naturales que luchaban contra la explotación indiscriminada de tierras y recursos por parte de grandes terratenientes y corporaciones mineras. Estas actividades la pusieron en constante peligro debido a los intereses económicos en juego.
La región de Intibucá, y específicamente Simpinula, ha sido escenario de numerosos conflictos entre las comunidades indígenas y los terratenientes que buscan explotar los recursos naturales sin consideración por el medio ambiente ni por los derechos de las comunidades locales. Los defensores del medio ambiente en esta región enfrentan amenazas constantes, y en muchos casos, han sido asesinados por oponerse a estos poderosos intereses.
Olga Marina fue una de las líderes más visibles de su comunidad en esta lucha. Participó en protestas pacíficas, organizó campañas de concientización y colaboró con organizaciones internacionales para denunciar las violaciones de derechos humanos. Sin embargo, su activismo no pasó desapercibido. Comenzó a recibir amenazas de muerte a través de llamadas telefónicas y mensajes anónimos. Estas amenazas se intensificaron cuando su nombre apareció en un periódico local como una de las líderes más influyentes en la resistencia contra la explotación minera.
Un día, mientras caminaba hacia su casa después de una reunión comunitaria, fue confrontada por tres hombres armados que le advirtieron que dejara de interferir con los negocios de los terratenientes si quería mantenerse con vida o que su hijo sería secuestrado. Este incidente fue reportado a las autoridades locales, pero no se tomó ninguna acción para protegerla. De hecho, en muchas ocasiones, la policía y las autoridades locales mostraron indiferencia o incluso complicidad con los intereses de los terratenientes.
La situación de inseguridad y el temor constante por su vida y la de su hijo se volvieron insostenibles. Olga Marina decidió que la única manera de garantizar la seguridad de Miguel y la suya propia era abandonar Honduras. En mayo de 2023, después de planificar cuidadosamente su salida, cruzó la frontera hacia los Estados Unidos por Texas, llevando consigo sólo lo esencial y la esperanza de encontrar un lugar seguro donde pudieran vivir sin miedo.
Al llegar a los Estados Unidos, Olga Marina se entregó a la Patrulla Fronteriza y solicitó asilo, argumentando que su vida estaba en peligro si regresaba a Honduras debido a su activismo ambiental y las amenazas de muerte que había recibido.
Su miedo creíble fue inverosímilmente negado; aunque como se logró demostrar después, el caso de la Sra. Olga era sólido, con pruebas de las amenazas, incluyendo registros de llamadas y mensajes anónimos, y testimonios de miembros de su comunidad y de organizaciones de derechos humanos que confirmaban su liderazgo en la defensa del medio ambiente y los riesgos que enfrentaba.
Olga Marina también explicó la situación en Simpinula, una región donde la falta de control efectivo del Estado y la presencia de intereses económicos poderosos crean un ambiente de inseguridad constante para los defensores del medio ambiente. Argumentó que el gobierno hondureño no tiene la capacidad ni la voluntad de proteger a los activistas ambientales, quienes son perseguidos y asesinados con impunidad.
El caso de Olga Marina Alvarado se basa en la persecución por su activismo en defensa del medio ambiente, una de las bases para la solicitud de asilo según las leyes de inmigración de los Estados Unidos. Con el asesoramiento de Servicios Migratorios Integrales y la abogada Olga Marina hoy disfruta de los beneficios de su permiso de trabajo y social security y se encuentra a la espera de su audiencia final ante una corte de inmigración americana.
ENTREVISTA
Dime tu nombre, edad, estado civil, nacionalidad
R/ Soy Olga Marina Alvarado, tengo 29 años, soy viuda, tengo un niño de siete años y soy de Simpinula Honduras.
¿Cómo era tu vida en Honduras? ¿A qué te dedicabas?
R/ Soy de la comunidad indígena Lenca. Desde joven, me comprometí con la protección de los recursos naturales y el medio ambiente. Trabajaba como maestra de primaria y dedicaba mucho tiempo a la defensa ambiental.”
¿Por qué saliste de tu País?
R/ Me uní a un grupo que defendía la tierra y los recursos naturales, luchando contra terratenientes y mineras. Esto me puso en peligro. Fui líder visible en protestas y campañas, colaborando con organizaciones internacionales. Recibí amenazas de muerte. Un día, unos hombres me amenazaron con secuestrar a mi hijo si no dejaba mis actividades. Denuncié a la policía, pero me ignoraron. Por la inseguridad y pensando en mi hijo, decidí emigrar a Estados Unidos.”
¿Cuándo y cómo ingresas a los Estados Unidos?
R/ En mayo de 2023, después de planear mi salida, crucé la frontera a Estados Unidos por Texas con mi hijo. Fue un viaje difícil con altas temperaturas, poca agua y miedo de ser capturada. Con la esperanza de encontrar un lugar seguro para vivir sin miedo con mi hijo.”
¿Qué pasó cuando llegaste?
R/ Me entregué a la Patrulla Fronteriza y solicité asilo, argumentando que mi vida y la de mi hijo corrían peligro si regresaba a Honduras.
¿Te realizaron entrevista de miedo creíble?
R/ Sí en ella, presenté pruebas de las amenazas, testimonios de miembros de mi comunidad y de organizaciones de derechos humanos que confirmaban mi liderazgo en la defensa del medio ambiente y los riesgos que enfrentaba.
Argumenté que el gobierno hondureño no tiene la capacidad ni la voluntad de proteger a los activistas ambientales, quienes somos perseguidos y asesinados con impunidad.
En dicha oportunidad el funcionario me dijo que mi miedo creído era negado.
¿Cómo llegaste a Servicios Migratorios Integrales?
R/ Me enteré de Servicios Migratorios Integrales por medio de su página y así los contacté.
¿Cómo fue tu experiencia con Servicios Migratorios Integrales?
R/ Desde el inicio, tuve claridad sobre las condiciones del servicio. Fue muy positivo.
¿Tuviste comunicación directa con el abogado que se te asignó?
R/ Sí. El abogado siempre está atento a mi caso.
¿Servicios Migratorios Integrales contribuyó a cambiar tu vida?
R/ Sí gracias a Servicios Migratorios Integrales me siento segura con mi hijo, construyendo nuestro futuro, disfrutando de min permiso de trabajo. Ahora tengo un buen empleo, no siento temor a que me deporten; mi hijo va a la escuela, estudio inglés en las noches, y estoy muy optimista que ganaré el caso.
¿Recomendarías a Servicios Migratorios Integrales?
R/ Con seguridad. El equipo de Servicios Migratorios Integrales es confiable por su humanismo y profesionalismo. Su capacidad y experiencia en procesos migratorios la hacen la mejor opción.
Gracias a Servicios Migratorios Integrales.”